





Durante su primera cita con el oncólogo, luego de una ecografía sospechosa, el especialista le dijo las palabras que cambiaron su vida: “Le vamos a hacer una biopsia para confirmar, pero sí creo que es cáncer”.
Con tan solo 34 años, Wendy Lara, residente en Liberia y amante del atletismo, pasó de una rutina de trabajo y entrenamiento a un diagnóstico que nunca pensó. A sus 37 años, es una sobreviviente de un cáncer de mama y una voz de esperanza en este mes rosa.
tu historia
Todo empezó gracias a la prevención. Wendy siempre fue disciplinada con su salud. Desde joven se realiza el autoexamen de mamas, práctica que adoptó tras años de campañas de sensibilización.
“Siempre me hacía un autoexamen, así que cuando me sentía estúpida decía, no es mío. Entonces fui a consultar y el médico me dijo que era muy poco probable que fuera cáncer, por mi edad y porque no tenía antecedentes. Pero algo me dijo que no estaba bien, estaba como una locura”, recordó.
Su intuición no se equivocó y en julio de 2022 recibió el diagnóstico. En pocas semanas, su vida se convirtió en una cadena de biopsias, cirugías y tratamientos.
“Fue un shock. En ese momento no dije nada, solo fui a tomar la biopsia, lo cual fue muy doloroso para mí… y hoy sé que lo que sentí fue, porque me fue muy bien en una semana tener un cáncer de la nada”, explicó.
Un proceso largo pero con apoyo y amor.
Durante casi un año y medio, Wendy enfrentó 2 cirugías, quimioterapia, radioterapia y tratamiento hospitalario que se prolongó hasta enero de 2024.
“Dije, este es el primer proceso de muchos que vienen, porque ya sentí que sería positivo, entonces fue muy difícil. Me dolió, me asustó, pero sabía que tenía que seguir”, explicó Lara.
El impacto físico fue tan profundo como la caída del cabello, pero también lo fue el emocional. En medio del agotamiento y los efectos secundarios, ha descubierto que hay algo más poderoso que cualquier medicamento: el amor.
“Siempre dije que el amor me salvó y aprendí que mis amigos de allí fueron fundamentales en mi recuperación, en mi tratamiento, mi familia, mis hermanos, tuve un hijo, él tenía nueve años en ese momento, era muy joven, pero era muy valiente”, dijo Wendy con una sonrisa.
La red, dice, fue su apoyo emocional.
“Tuve mucho apoyo, tuve una red de apoyo increíble, o sea, ni siquiera tuve la posibilidad de deprimirme porque siempre había alguien que me acompañaba, siempre había alguien que me escuchaba.
aprende a esperar
El cáncer no sólo cambió su cuerpo, sino que también cambió su visión de la vida.
“Aprendí a esperar un poco y a valorar. Me comprometí 100% con mi trabajo y mi deporte, y dejé de lado muchas cosas importantes. Cuando me enfermé tuve que parar. Y me dio la oportunidad de valorar más el tiempo con mi familia, de disfrutar los pequeños momentos, como ver el sol o beber agua sin dolor”.
Este mes de concientización es tu testimonio, un recordatorio de lo que significa atravesar la enfermedad con esperanza.
“La quimioterapia es muy dolorosa. A veces no podía ni beber agua sin sentir náuseas, pero si pudiera, me siento muy agradecida de poder hacerlo. Se valora todo: despertar, caminar, ver el sol. Elige vivir, pero vivir mejor”, expresó.
Wendy también desmiente el mito de que el cáncer de mama sólo afecta a las mujeres mayores y las plantas que afectan a las semillas con otras personas para que sean conscientes de lo que sucede en sus cuerpos.
“Sí pasa. Me pasó a mí. Y después de eso, todas mis amigas empezaron a hacerse autoexámenes y ecografías, la detección temprana hace la diferencia. Mis amigas antes me decían que no se conocían, que no sabían si era normal. Ahora, todos los años, me envían fotos de sus investigaciones, me hace sentir que algo está saliendo de todo”, recordó.
Wendy hoy repite una frase que la acompañó durante todo el proceso y resume su filosofía de vida.
“Si lo logras, tienes que ser muy valiente porque es muy difícil. Pero no se trata sólo de poder: se trata de beneficiarte cada día. Cada día decía la frase cliché: un día a la vez. Si mañana va a doler, es mañana, no va a pasar hoy’, afirmó.
En sus palabras, el poder no siempre es resistir a todo, sino aprender a vivir el presente, agradecer lo que tienes y dejar que el amor (el tuyo y el de los demás) sea parte del camino.
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