







A sus 32 años, Karla Porras enfrentó uno de los diagnósticos más temidos: el cáncer de mama triple negativo, el tipo más agresivo y de peor pronóstico. En ese momento su hijo Alessandro tenía sólo 2 años.
Hoy, a sus 35 años, Karla cuenta su historia no sólo como sobreviviente, sino como testimonio de fortaleza, esperanza y fe.
Todo empezó con un pequeño bulto en mi seno izquierdo.
“La famosa bolita que a veces vemos en la televisión… La sentí en mi seno izquierdo. En ese momento no me preocupé, no pensé en nada relacionado con el cáncer, porque estaba en la etapa de lactancia. En ese momento Alessandro tenía dos años. Entonces dije, es mastitis”, recuerda Karla.
Una infección común parece ser el cáncer triple negativo, uno de los más agresivos y difíciles de tratar. El shock del diagnóstico fue enorme, pero Karla no dejó que el miedo la paralizara.
“Lo primero que pensé fue en mi hijo. Alessandro tenía dos años y eso fue lo primero que pensé. Y le dije, doctor, tenemos que seguir adelante, por mí y por mi hijo”, confesó.
Las luchas y desafíos diarios del tratamiento.
Enfrentar un cáncer triple negativo con un niño pequeño significó combinar la maternidad con un tratamiento agresivo que incluía cirugía, quimioterapia y radioterapia. Karla pasó por sesiones de quimioterapia “blanca” y “roja”, esta última mucho más fuerte, con síntomas que la dejaron postrada en cama durante varios días.
“Es muy impactante ver cuando se te cae el cabello, cuando se pierde un poquito tu identidad física… vienes y dices, ya quítate este cabello, porque ya no puedo más”, recordó.
Sin embargo, cada dolor, cada pérdida de fuerza física y emocional, estuvo acompañada de un profundo amor por la vida y por su hijo.
Karla afrontó la mastectomía con valentía.
“Me puse la mano en el pecho y le dije, tengo que seguir viviendo, aquí eres tú el que está enfermo… Tengo que seguir fuerte, y con mis sueños, mis metas y con Alessandro”, recordó.
La resiliencia y la importancia del apoyo
Durante su recuperación, Karla descubrió la fuerza de los lazos familiares y la empatía de quienes la rodean. Su tía fue su compañera constante y su marido aceptó su papel con determinación.
Los días más difíciles también estuvieron marcados por la fe y la actitud positiva. Karla encontró en la esperanza y en el pensamiento de su hijo un motivo constante para seguir adelante.
“No sé qué palabras usé en ese momento, pero le dije al médico, siento que no voy a morir por esta situación”.
“Y no es que no seamos capaces de afrontar una situación, es que no sabemos cómo. Nadie sabe cómo afrontar el cáncer: es tu vida, tus zapatos, tu etapa. Aunque tengas apoyo, tu vida cambia por un tiempo. No hay una fórmula mágica, pero la actitud y los motivos para seguir adelante ayudan mucho. Estas experiencias nos funcionan como personas, y aunque les aportamos más valor, no es fácil no”.
Lecciones de vida y renacimiento.
Superar el cáncer cambió la visión de la vida de Karla. Aprecia hoy los pequeños detalles: un vaso de agua, el sol, una flor, abrazos y sonrisas.
“A veces tenemos la mala costumbre de desperdiciar cosas. Estuve casi 2 meses sin poder beber agua porque enfermé, y ahora disfruto cada sorbo. Antes lo desperdiciaba. Aprendí a apreciar las cosas simples: el sol, una flor, una sonrisa, la familia… y también a amarme tal como soy. Antes de mi operación, pensaba que me definiría entendiéndolo, pero lo que no entendería por todo, de lo contrario”, dijo.
El proceso también le enseñó a reconectarse con su esencia.
“Mi hijo nunca vio a la calva, a la enferma, a la que tenía efectos, a la que le dolían las venas, no, siempre vio a su mamá. Entonces, aprendí a verme siempre en ella, la que sonríe, la que le gusta bailar, la que le gusta burlarse de la gente… a no perder la esencia”.
Mariposas Rosadas: un proyecto que transforma
De su experiencia nació Mariposas rosadasun proyecto que tiene como objetivo acompañar y apoyar a las mujeres en el proceso de tratamiento del cáncer.
“No soy una fundación, no soy una asociación, es un proyecto en el que llego y llamo a la puerta. Es un espacio seguro, literalmente. Venir a abrazarlos, llegar con ellos y llorar, escuchar sus miedos… todos sabemos lo que fue la quimio, los efectos, la medicación. Aquí todos entendemos”, describió la sobreviviente.
Mariposas rosadas organizar actividades, talleres y encuentros que permitan a las mujeres reconectarse consigo mismas, con su autoestima y su alegría, y brindarles un refugio donde compartir experiencias y fortalecer la esperanza.
“Es una fiesta para ellos, para honrarlos, y digo, qué lindo poder hacer eso en la vida”, concluyó Karla.
@mariposas.rosa20 Un poco de lo que vivimos antes y después de las actividades de Mariposas Rosa…. Esos momentos valen su peso en oro… Porque todo lo que hacemos por nuestras mariposas participantes es con mucho amor y dedicación…
♬ sonido original – Mariposas Rosadas (Karla Porras)
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