

Con motivo del Día Mundial de las Aves Migratorias, un grupo de científicos de Estados Unidos y Colombia difundieron un estudio que revela cómo miles de aves cruzan constantemente los aires sudamericanos, sin depender de tormentas, a diferencia de lo que sucede en Norteamérica. Los resultados fueron publicados en la revista Proceedings B de la Royal Society del Reino Unido.
La investigación fue liderada por Jacob Drucker, estudiante de doctorado de la Universidad de Chicago, junto con especialistas de la Universidad Nacional de Colombia, la Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (Ideam), la Organización Selva, el Museo Field y la Universidad de Cornell. El equipo utilizó radar meteorológico y sensores acústicos para estudiar los patrones de vuelo nocturno de aves migratorias en diferentes regiones de los trópicos.
El estudio se llevó a cabo durante cuatro años en tres grandes regiones de Colombia: los Valles Interanandeos, el Valle del Magdalena y la Cuenca Amazónica. Los investigadores combinaron datos de radar y estudios acústicos para analizar la distribución, la altura y el volumen de las aves durante sus movimientos nocturnos.
El descubrimiento representa un avance en la comprensión de la migración tropical, un fenómeno poco documentado en comparación con el de América del Norte y Europa. “Vimos pájaros volando hasta 3.000 metros sobre el Amazonas para evitar el viento. Fue espectacular”, compartió Drucker sobre el descubrimiento. El estudio demostró que las aves de los trópicos migran de forma estable y predecible, sin las espinas ni las interrupciones provocadas por las condiciones climáticas extremas típicas de otras regiones.
Científicos revelan cómo es el viaje nocturno de las aves migratorias en el trópico
El equipo científico ha desarrollado un modelo de seguimiento que permite distinguir aves de insectos en los registros de radar, lo que aumentó la precisión de los datos. Según Drucker, “a medida que el viento se debilita a menor altura, ajustaron su altura y volaron más bajo”, lo que demuestra la capacidad del ave para adaptarse a las condiciones ambientales. Además, sensores acústicos han permitido identificar especies como zorzales y currucas, protagonistas de la migración boreal.
El trabajo también ha demostrado que las aves utilizan ’embudos naturales’ determinados por la geografía, ajustan su altura para aprovechar arroyos favorables o para evitar obstáculos climáticos. En los Andes, por ejemplo, responden a vientos conocidos como corriente en chorro de bajo nivel del Orinoco, que cambia su altura dependiendo de su intensidad.
Los resultados del estudio tienen efectos directos en la conservación de las aves migratorias. Al tratarse de un flujo estable y constante, es difícil predecir cuándo pasarán grandes manadas por las zonas urbanas, lo que complica las estrategias para evitar choques con edificaciones o descensos provocados por la contaminación lumínica.
Drucker enfatiza la necesidad de ampliar la red de radares y fortalecer la cooperación internacional: “Necesitamos ir más allá y comprender cómo responden las aves a los hábitats y los patrones climáticos a nivel micro”.
En diálogo con infobae, Alex Jahn, investigador del Departamento de Biología Integrada de la Universidad Estatal de Oregón, advirtió sobre los posibles efectos del cambio climático: “Si el patrón de cambios de dirección o velocidad del viento en el futuro puede verse afectado (por ejemplo, como resultado del cambio climático global), las aves pueden entender cómo las diferentes especies que migran o cambian el clima.
Jahn también destaca la importancia de las campañas para reducir la iluminación artificial durante las temporadas de caminata: “Hay iniciativas en Canadá, Costa Rica y Estados Unidos con el corte de luz para cuidar a las aves migratorias. Sería ideal que las personas que van a ciudades donde pasan aves hicieran esta iniciativa.
El estudio ofrece una nueva mirada a la migración de las aves en los trópicos, que muestra que el ritmo constante y adaptable las distingue de las especies del norte. Comprender estos patrones es la clave para diseñar estrategias de protección y conservación, especialmente en medio de los desafíos del cambio climático y la creciente urbanización.
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